lunes, 7 de septiembre de 2009

un millon por un balazo, diez pesos por un dia de trabajo


La antigua ciudad griega; Esparta había sido educada para la guerra, en ella la virtud más grande del ser humano consistía en salvaguardar el honor de la patria, por eso la individualidad humana pasaba a un segundo plano, eso significaba que el estado era el dueño de la persona.
Hoy después de más de 2000. Haciendo un paralelo histórico encontramos que los gobiernos manejan y aplican la misma teoría, pero si analizamos el fondo de las cosas, descubriremos la abismal diferencia entre unos griegos con profundos valores de honorabilidad, donde entregar la vida por el estado significaba lealtad por una patria con dirigentes honorables. En Colombia por el contrario, sería un desperdicio hacerlo, puesto que aquí no se defienden valores auténticos, nacionalidad o pertenencia, sino maquinaciones e intereses mezquinos de algunos “ricos que se avergüenzan de ser colombianos” como lo escribe William Ospina, en su libro ¿y dónde está la franja amarilla?
Los nombres de las instituciones son los estandartes sobre los que se cuelgan personas, individualidades e historias; el estado es un nombre, la religión es un nombre, la familia es un nombre, así mismo la guerrilla es un nombre y el ejercito es un nombre, así que cuando se enfrentan los nombres las individualidades desaparecen, ignorando entonces por conveniencia que ambos bandos están conformados por seres humanos vecinos, familiares, amigos de nuestros pueblos colombianos, y ni siquiera por ricos colombianos, porque nunca se ha oído que un hijo de algún presidente o ministro haya muerto en calidad de soldado en algún combate, lo que si sucedía en Grecia. Por eso con toda certeza, y sin ninguna equivocación se puede decir que la guerra no es contra ciertos grupos armados, la guerra es una arremetida contra los pobres de este país, nadie ignora que a diario aumentan las filas militares. ¿No será que el hambre está obligándonos a engrosar esas filas, es decir, llevándonos a la muerte? Porque como ya se dijo, ninguna persona cuerda en este país estaría dispuesta a dar su vida por sólo discursos endulzados, mientras la realidad diaria de los pobres es cada vez más miserable.
Michel Foucault escribe que todo estado se basa en el biopoder ,es decir, que los gobiernos deciden sobre lo que debe vivir y lo que debe morir, algo así como lo que hace un agricultor con sus sembríos, él sabe cuándo debe fumigar a la plaga para exterminarla, los pobres en cierto modo son eso, una especie de plaga para el estado; sin embargo, son necesarios en cierto momento por ejemplo a la hora de las votaciones, cuando se les ha estado comprando con cualquier limosna, pero no son necesarios cuando empiezan a rebelarse, entonces se buscan pretextos para eliminarlos de muchas maneras, una de ellas es la guerra en contra de algo que supuestamente desestabiliza el orden y no permite la prosperidad.
La carnada de que un militar que ha realizado un curso de medio año esté ganando un sueldo superior a aquel profesional que ha estudiado cinco años debe tener un propósito mal intencionado.
Por Oliver Tez Rodríguez.