lunes, 22 de septiembre de 2008

PADRE ALCIDES...ESTAS EN NUESTTROS CORAZONES


Alcides Jiménez

Tu recuerdo en nuestra alma vivirá
Por que fuiste amigo y compañero
Jamás te mostraste indiferente
Para ti la amistad fue lo primero.
A los pobres y enfermos visitabas
Y a todos les brindabas un sonsuelo
Por siempre serás nuestro guía
Por que sabemos que estas en el cielo.
Tus consejos jamás olvidaremos
Tampoco tus valiosas enseñanzas
Organizaste a trabajar a las comunidades
Sin albergar vanas esperanzas.
Diez años después de tu muerte
Tu recuerdo aun perdura
Tu corazón siempre fue grande
E inmensa fue tu ternura

Autora: Ofelia Flores

Aun te recuerdo

Un viernes llegaste
Silencioso y humilde,
Lleno de sabiduría,
De juventud y lealtad.

En las homilías nos hablaste
Con toda la verdad,
Lindas frases nos dejaste
Con grandes enseñanzas
Para nunca jamás olvidarte.

Al recorrer por el campo
Nostalgia te llevaste,
Al mirar el campesino
Dedicado en la coca.

Se lo que sufriste
En los días de tu vida,
Queriendo volverle al campo
Todo lo que había perdido.

En cada arroyo que encontrabas
Dabas gracias a Dios
Por beber el agua potable
Que la madre tierra te brindaba.

Al mirar los bosques que morían
Y secarse los cause de los ríos;
Tu siempre pensaste y
Grandes propuestas nos dejaste.

Muchos que creyeron
Que era una forma loca de pensar
El defender su terruño
Con la belleza natural

Hoy nuestros ríos y quebradas
Tienen un precio fenomenal
Hoy muchos se pelean
Por esto que era orgullo nacional.

A campesino y poblanos
Siempre nos invitaste
A valorar las semillas
Del fruto que cosechaste.

Semilla que se transforma
Para volver a nacer,
Tú serás nuestra semilla
En cada amanecer.

Puerto Caicedo, septiembre 11 de 2008

Autor: JOVCHEM.





1 comentario:

edilberto dijo...

Alcides, tan grande fuiste que pasaste inadvertido como cualquier ciudadano de Puerto Caicedo. Por cierto fuiste pequeño.Tu presencia era la de un pueblerino espontáneo, alegre y afectuoso. Quien estuviera impregnado de Jesús lograría descubrir tu desbordado, esplendor e incondicional entrega al otro. En tu humildad estuvo la clave de tu devoción, sin límites, por el campesinado. Tu inteligencia o sabiduría estuvo siempre encarnada en la tierra, en los frutos de pan coger, en las mujeres y en los marginados.

Conocí los libros que leíste. Te caracterizó una comprensión muy avanzada de iglesia y mundo. Sin embargo no buscaste privilegios y poderes. Las eucaristías que presidías daban cuenta de tu tu pasión por la vida, la unidad del pueblo, la participación real del laico en la comunidad.

Es preferible que permanezcas en el silencio de quienes te conmemoran con la vida. Ese es el legado de los bendecidos que brillaron con luz propia; de esos que no se pregonaron buscando reconocimientos, placas y felicitaciones.

Edilberto Lasso Cárdenas